Columna de Opinión Angélica Figueroa V.
Jefa de Programa Distrito Co., por Fundación Chile
La Región Metropolitana, actualmente cuenta con un amplio ecosistema de alianzas territoriales que comparten un objetivo común: dinamizar, revitalizar y activar distritos comerciales, a través de la colaboración público-privada. Cada vez es más común encontrar actores que se repiten en distintos encuentros, talleres o proyectos, todos con la convicción de impulsar transformaciones concretas en sus territorios, este entramado, aún en proceso de consolidación, muestra signos claros de maduración, ya que es posible identificar figuras como gerencias locales o comités directivos compuestos por actores del mundo empresarial y vecinal.
Los municipios, por su parte, han asumido roles mucho más activos, instalándose como contrapartes que acompañan, coordinan y dan seguimiento efectivo a las iniciativas lideradas por los actores económicos de sus respectivas comunas.
De esta manera se podría afirmar que estamos frente al desarrollo de un músculo metropolitano, es decir un ecosistema territorial que, gracias al impulso de múltiples niveles de gobierno y del sector privado, comienza a coordinarse, materializarse y proyectarse estratégicamente.
Sin embargo, como todo proceso vivo, este ecosistema enfrenta importantes desafíos. Uno de ellos es la sostenibilidad en el tiempo: ¿cómo aseguramos que los liderazgos actuales se mantengan y se multipliquen? ¿Cómo incorporamos nuevos sectores económicos que hoy no están representados? Si bien muchas de las iniciativas actuales tienen un fuerte anclaje en el rubro gastronómico y de restauración, es clave abrir el espacio a otros sectores relevantes en los barrios comerciales, como servicios profesionales, comercio especializado y oficinas, para desarrollar la ciudad no sólo con herramientas de gestión, sino más bien como una nueva forma de hacer ciudad desde lo local.